5 meses, primer verano.
El tiempo pasa a una velocidad cuando tienes ciertas edades que incluso llega a dar miedo. Sin darnos apenas cuenta, han pasado 5 meses desde que papá se fue, y la vida ha continuado. Todos los días, son excepción, me acuerdo varias veces del él, ya sea por frases, situaciones, lugares o recuerdos. Últimamente también le cito varias veces, porque si algo caracteriza a mi padre eran sus refranes y dichos. El día 25 de junio, Juan Madrigal nos volvió a escribir como cada efemérides y cierto es que le doy las gracias de una forma continuada, pero creo que en su interior, sabe que en los últimos años no se portó con mi padre como mi padre merecía. Fueron muchos años sin saber nada de él y con la constante incertidumbre de si mi padre se había portado mal con Juan o si le había hecho algo. Me dijo que después de la muerte de su mujer se quiso apartar de todo, pero creo que solo se apartó de ciertas personas, una de ellas mi padre, y eso creo que al final le ha hecho sentirse en deuda con nosotros en estos duros momentos. Cierto es que más que nunca, el dicho de más vale tarde que nunca se hace realidad. Si bien esto es verdad, en el día a día, que es lo importante, seguimos teniendole presente siempre. Ahora mismo, que acabo de ver como progresa la obra de su casa, me he acordado de la última gran obra que hicimos y lo mal que se desarrolló todo. Problemas por doquier por hacer la obra con un conocido primo de Germán. Bendita la hora en que lo hicimos, pero bueno, ya sabemos lo que le gustaba a mi padre moverse en esos terrenos donde el amigo de tal, el conocido de no sé quién... disfrutaba mucho con ese tipo de cosas. Hoy, 3 de Julio, he dejado el coche donde los andreses para hacer la revisión preitv y aquí estoy por el barrio deambulando sin saber muy bien a donde ir. He ido a casa de mis padres como he dicho antes, y ahora estoy en el Vips tomando un desayuno andaluz. Es ese recorrido que va desde la calle albasanz hasta Ezequiel Solana por la calle Alcalá venía meditando sobre una cosa en la que pienso muy habitualmente. Mi barrio no hay quien lo reconozca. A un lado y a otro de la calle Alcalá, y prácticamente donde dirijas tu mirada, hay establecimientos nuevos, muchísimo emigrante y algunos viejecitos que pasean o contemplan la vida desde algún banco de la calle y su mirada parece expresar el no reconocer nada de lo que les rodea. Ese pensamiento vino a mi cabeza una y otra vez a raíz de la muerte de papá. Yo soy nostálgico por naturaleza, tal vez sea una de las peores cualidades que hay hoy en día ya que el mundo cambia a una velocidad brutal y a mí no me gusta. Veo mi barrio y no lo reconozco. Si eso me pasaba a mi, a mi padre o a mi madre que les pasaría por la cabeza al ver tanto cambio. Creo muchas veces que no es descabellado pensar que personas de cierta edad no quieran vivir en un mundo tan cambiante, en un mundo que ya no reconocen y en un mundo en el que les cuesta desembolverse como lo hacían hace años. En estos días de atrás, me ha sido imposible hablar con mi madre por el tema del móvil, que si no le va, que si no lo entiende... Ayer llamé a mi hermano y le pasó el teléfono, pero se cortó, volví a llamar y no sabía descolgarlo. Mi madre y las nuevas tecnologías no se llevan muy bien, es verdad, pero sin duda, el sentimiento de desamparo y de vulnerabilidad que deben sentir las personas mayores con este tema sin duda debe ser descorazonador. La última vez que acompañé a papá a hacerse unas radiografías de las piernas en el ambulatorio de San Blas, el panorama era desolador. Si no voy yo con él, ahí segiria en la sala de espera esperando a que le llamen ya que nadie ayuda a nadie. Creo que vivimos una sociedad en la que a nuestros mayores no se los trata como se debería, ni mucho menos, y todo funciona en pro de la evolución tecnológica y de las supuestas facilidades que eso produce, pero esas mejoras son para nosotros, no para ellos. Es un sentimiento de deshumanización de la sociedad que da asco, miedo y tristeza. En fin, voy a emprender el camino de regreso al taller de Jaime, y veremos si puedo ir a recoger a Clarita a su campamento de rítmica, que no sé si lo disfrutará mucho, pero los demás con ella, sin duda lo harán.
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