Navidad, blanca navidad.
Navidad, esa palabra mágica que cuando la oyes de niño se te ilumina la cara. Luego pasan los años y esa ilusión se transforma tan solo en tiempo de diversión y vacaciones, después llegan los hijos y vuelve la ilusión aunque es diferente, se vive y se ve desde una óptica muy diferente. Comienzan a faltar miembros de la familia, algunos no pueden asistir a los días señalados, rencillas en los matrimonios por pasar los días mas importantes en casa de unos padres u otros, pero vuelve la ilusión.
Llevamos 2 años en los que las navidades ni son navidades ni son nada, son PCRs, positivos, cuarentena, antígenos...Covid en resumidas cuentas.
Yo que soy un nostálgico sin solución he vivido unas navidades extrañas. De por sí, las navidades desde hace mucho tiempo no me gustaban demasiado. Cierto es que asocio a esos días del año momentos de mi vida irrepetibles y que guardo en mi mente como un tesoro, ya que era tiempo de reencuentro, de regalos, de comer cosas que normalmente no comías durante el año y eso lo hacía todo especial.
Mis primeros recuerdos navideños siempre van unidos a mis tíos Sebastián y Angelita, que venían a celebrar nochebuena y navidad en casa y se quedaban a dormir y eso hacía que fuesen momentos muy especiales. Recuerdo también que una de las nochebuenas mas especiales que recuerdo fueron unas que pasamos con mis tíos, con el hermano de mi madre, mi tío Pichi, mi tía Pili, y mis primos Sonia y Rafa. A mi padre nunca le vi demasiado contento con la situación pero la verdad es que fue una noche especial, en la que la imagen de mi tío Sebas tomando champán en su zapato (zapato que recuerdo enorme dada mi altura en esos momentos y que mi tío no era pequeño) y el paseo nocturno infructuoso en busca de churros con chocolate (al menos yo lo recuerdo así)... Luego vino la muerte de mi tío Sebas un 23 de diciembre por la mañana y creo que ese hecho marcó para siempre las navidades en mi casa. Al año siguiente murió mi tía Angelita, sumida en una depresión profunda posiblemente producida al descubrir que llevaba años tratando mal al que era su marido, sus manos, sus pies y que cuando se fue, dejó un hueco imposible de asumir para ella, y ese sentimiento de culpa la sumió en esa depresión de la que no se recupero y que desembocó en su muerte el 16 de diciembre del año siguiente. Esas dos navidades fueron bastante tristes. Sabemos que es ley de vida, pero no por ello estamos preparados para dichas situaciones.
Después, vinieron unos años en los que la navidad se convirtió en algo diferente, pasamos algunas en La Cabrera, montamos el belén que con tanto cariño recopiló mi tío Sebas, que aún conservamos y de esos años tengo unos recuerdos maravillosos, sobre todo de una navidad en la que Paco estuvo con nosotros (después de muchos años entendí porqué las pasó con nosotros y porqué era tan feliz en nuestra casa) y de esa navidad tengo posiblemente el mejor recuerdo que tengo de un año nuevo: partido de basket en la pista de toño con mis hermanos y paco, espectacular.
Cuando ya llegó el momento de empezar a salir por la noche (cosa que nunca me ha terminado de gustar en nochevieja) hemos vivido un poco de todo, desde la fiesta que organizamos en casa de Rufino Corsín que fue especial por muchas cosas, por la afluencia de gente, por lo bien que salió, por lo bien que me lo pasé y por todo lo que lo rodeó, hasta las escapadas desde Madrid a la sierra para celebrar el año nuevo con amigos de Madrid, paseos por los pantanos con nuestros amigos Nacho y Marisol. Al final te das cuenta que la noche de nochevieja tiene mas inconvenientes que ventajas y terminas por no salir, aunque la última vez que estuve en una fiesta de nochevieja fue en Zaragoza, la boda de Paco, el viaje con Alfonso recién salidos de trabajar de la Fábrica son muy buenos recuerdos, al igual que el desayuno de chocolate con churros del día 1 y regreso para Madrid.
Las Navidades desde el nacimiento de Alma y Clara, y también de mis sobrinos, recuperaron mucho sentido y valor. Con Clara la verdad es que podríamos estar viviendo la magia de la noche de reyes hasta el infinito y mas allá, es increíble como lo vive. Con Alma fue precioso, duró mucho para los tiempos que corren, pero sin duda cuando se dice que es la noche mas mágica del año, es verdad. Recuerdo mucho cuando ya vivíamos en Tres Cantos los viajes a media noche con Bea para dejar los regalos en casa de los abuelos, era mágico.
Aún con todo, sigue teniendo algo especial ese periodo del año. Parece que todo el mundo se vuelve algo mejor de lo que somos normalmente, somos mas familiares, mas amigables y posiblemente eso nos haga algo mejores a todos.
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