Un día cualquiera.
Ya podía ser el dia de la semana que fuese que para nosotros no cambiaba, rutina variable como podríamos llamarla. Asi eran los días de verano cuando nos pasábamos casi 3 meses en La Cabrera. Levantarte a las 11, desayunar, y por ejemplo, jugar al tenis, al basket, o hacernos unos kilometritos en bici. Luego llega una decisión dificil de tomar, ¿en que piscina nos bañamos?, ¿ la de elena, patricia y alfredo, toño, caparros, kike, natalia, o porque no en el propio pantano? Cuantas veces hemos llegado al pantano, a zonas un tanto escondidas y nos hemos quitado los malliots completamente empapados en sudor y nos hemos dado un chapuzón en pelotas, como dios manda. Después comer, siesta y otra cosa, si habíamos hecho ciclismo por la mañana por la tarde basket o futbol, o tenis, lo que se pudiera, hasta bien tarde, sobre las 9:30 o así y después a salir un ratillo a tomar algo, que siempre se comvertía en las 3 o las 4 de la mañana, con mas de una copa encima y preparando que íbamos a hacer el día siguiente. Muchos días esta salida nocturna era simplemente a alguno de los garitos que había en la La Cabrera y que actualmente han cambiado de nombre pero que siguen igual, y otros días comprábamos la bebida (botellón de antes, ahora y siempre) y nos íbamos a 3 sitios normalmente, las pilatas (una zona de la dehesa con grandes rocas graníticas y donde mas de uno se perdía en compañia de alguna o alguno para hacer yo que se el que...), la mata de la zorrera (conocido así por los lugareños y no se porqué, porque ni hay zorros ni matas, es solo piedra y mas piedra) y por último una zona que no tiene nombre pero que todos sabíamos como llegar, cerca de la casa de Raquel "la bruja", una de las tías del grupo con la que yo tenía buena amistad. Esas eran las opciones y poco mas, pero desde luego no faltaba nunca la diversión, alguna cagada por parte de alguno que nos hacía meternos en algún que otro problema y bueno, mas de una amiga que se ponía un poquito mal con el alcohol y que luego nos hacía pasar una odisea para hacerla llegar a su casa. Todo esto en moto, sobre todo vespinos, ya que no teniamos coches, ni edad para tenerlos, vespinos y alguna motillo que se salía de lo común como la mía, que heredé de mi hermano alfonso y que los cabrones de mis amigos bautizaron como ZZ Pinza, ya que para arrancarla era fundamental cebar el carburador y yo como soy muy fino aunque el olor de la gasolina me encanta, coloqué en el chasis (si es que esa moto tenía chasis cosa que dudo) una pinza de la ropa de la que me servía para cebar el citado carburador y claro, eso resulto ser la coña de todo el grupo cuando veían mi moto, cosa que a mi me la traia al fresco ya que me llevaba, me traia y me daba esa ansiada libertad que todos los jóvenes queremos tener con nuestro propio vehículo y mirar si era así que yo creo que mi pasión por las motos nació en el mismo momento en el que pude tener mi propia libertad y no tener que depender de nadia. A base de tener trastos de estos, mi hermano, paco y yo nos volvimos verdaderos expertos en mecánica de vespinos, siendo un autentico taller de reparación para todas las niñas del grupo que tenían algun percance con el vespino (cosa bastante habitual dada la poca destreza de algunas de mis amigas conduciendo motillos). No teníamos momentos para aburrirnos, cuando nos juntábamos por la noche y nos poníamos a recordar las cosas del día nos partiamos de risa, y organizábamos lo que íbamos a hacer al dia siguiente y como a muchos y muchas de los del grupo no les molaba mucho el deporte (nosotros eramos un poquito enfermos) también variábamos para que puedieramos hacer cosas juntos, por ejemplo, una ruta por el pico de la miel, un poco de espeleologia en las famosas cuevas del reguerillo (grandes momentos hemos pasado allí dentro), un chapuzón en el pantano, unas piragüas en Cervera de Buitrago, una pocha a 5000 en casa de alguno o alguna fiesta en casa de alguno del grupo que se quedaba sin padres y había que aprovechar.
Muchas cosas que por desgracía ya no hacemos, porque cada uno tiene sus vidas, sus problemas, sus historias y los camimos de todos que antes confluían en un mismo punto y ese punto era La Cabrera, el verano y los fines de semana se ha disipado en el tiempo, quedando algún relicto en algún día que nos juntamos en verano 7 u 8 del grupo que nos parece una barbaridad cuando lo normal era que estuviesemos unos 40 o 50, pero esto es lo malo que tiene ir haciendose mayor, que ahora puedes hacer cosas que antes querías hacer y no podías y ahora quieres hacer cosas que antes podías hacer y que ahora no puedes. Supongo que cuando estás en esa época piensas que estas cosas no pasan, que no cambian, que todo seguirá igual y que la gente con la que te pasas horas y horas, días y días durante años seguirán estando ahí y por desgracia no es así. Ahora el tiempo se reduce, el grupo de amigos también (yo la verdad es que de eso no me puedo quejar ya que tengo gran facilidad para hacer amistades sobre todo con el basket) y lo que debemos hacer es aprovechar cada uno de los instantes que tenemos para pasar con todos aquellos a los que queremos, a los que necesitamos y que significan algo para nosotros en nuestras vidas.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home