Tienes razón, merece una entrada
Como bien indica mi hermano Arturo, hay un personaje que marca claramente nuestra infancia y que yo identificaría como alguien parecido al quinto Beatle, en este caso un quinto Alonso. Si bien somos 3 hermanos de sangre, mi hermano paco aunque no sea de sangre también es mi hermano, pero hay uno mas, un desconocido, no para los mas cercanos, ese no es otro que Canuto. Canuto es un perro, un perro de la raza Teckel, bueno, para que me entiendan los neófitos en temas de canes, un perro salchicha. Es una raza especial, los hay de tres pelajes distintos, uno de pelo duro, otro de pelo corto y otro el del pelo largo, que por cierto es el mas bonito de todos y así era Canuto. Canuto era un perro genial, simpático, cariñoso, juguetón, con un ladrido que si no le veias acojonaba porque podías pensar que era un perro enorme. Recuerdo como si fuese ayer el día que llego a casa mi padre con él. Enfermito el pobre, recien sacado de la perrera, con los que mi padre tenía amistad ya que iban a recoger el pan duro a la fábrica y de ahí vino nuestro perro, de una perrera. Cuando llego era pequeñito, pero no un cachorro, pero enseguida se hizo el dueño de la casa. Tenía dos debilidades, mi madre, a la que adoraba y la otra era el domir con ropa de padre. Hay ciertas cosas que si no las ves no las crees. Canuto era capaz de hacer cosas asombrosas. En Madrid oía el ruido del coche cuando mi padre entraba en la calle donde vivíamos y lo reconocía. Lo mejor de todo es que reconocia el ruido del Peugeot 504 que teníamos y cuando cambió de coche, a un Citroen BX también era capaz de reconocerlo, pero es que también pasaba en La Cabrera. Cosas inexplicables la verdad. Cuando veía a mi padre desde el balcón nos partíamos porque se ponía como un loco a arañar el cristal para saludarle y era un auténtico show verlo. Mi madre siempre estuvo en contra de tener perro, pero luego fue de las que mas le quería, y quien mas le echaba de menos. De todas las historias que recuerdo de Canuto, hay tal vez un par de ellas que son las que más se me fijaron en la memoría. Solo mordió a dos personas en su vida, a una prima mía y a un amigo mio, los dos se lo merecieron, jejejejeje... Hubo una ocasión en la que estando en verano en La Cabrera mi padre siempre se iba a trabajar y Canuto salía detrás del coche corriendo, ladrando, como despedida, pues bien, un día salio corriendo y persiguió el coche de mi padre hasta la antigua general de Burgos. Yo salí corriendo pero fue demasiado tarde, no logre verlo y el caso es que cuando llegue a la carretera ni vi a mi padre ni a mi perro, con lo que fue la primera vez que sentí lo que se siente cuando crees que has perdido algo a lo que quieres. Regresé a mi casa llorando, cogí la bici y me puse a buscarle por todo el pueblo como un loco y nada, no logré encontrarlo y cuando llegue a casa, con los ojos llenos de lágrimas (tendría yo 11 0 12 años como mucho o tal vez menos) pues le veo que esta ahí, en casa tan pancho, y me miraba como diciendome, ¿que le pasa a este que viene con este disgusto? y le cogí, le estrujé entre mis brazos y le decía sin parar, no vuelvas a desaparecer nunca mas... Sin duda el día que se nos fue fue un momento muy triste, sobre todo porque en mi casa nadie quería tomar la decisión de sacrificarle porque el pobrecito tenia 17 años y estaba muy mayor, con muchos dolores, era un poco penoso verle como se apagaba, pero claro, no te haces a la idea de que puedas o que tengas que tomar una decisión asi. Fuí yo quien la tome, fuimos mi padre, mi hermano Arturo y yo a Vicálvaro, que no recuerdo bien si fue de donde salió para morir allí. Recuerdo como si fuese ayer el momento, mi hermano acariciándolo, yo con él en brazos y diciendole que no pasaba nada, que todo iba a ir bien, y en cuestión de segundos todo acabo y rompimos a llorar, recuerdo que era una de las primeras veces que veía llorar a mi padre y la imagen de los tres, en coche, llorando, volviendo a casa fue bastante triste, pero sin duda si se volviese a presentar la situación haría lo mismo, ver sufrir a alguien que quieres es triste y poder librarle de ese sufrimiento es algo que solo ocurre con los animales y bien sabe dios que le queríamos mucho pero hicimos lo correcto. Eso sí, los recuerdos buenos superan a los malos, con creces, recuerdos como cuando le quitó el bocadillo de jamon york a mi hermano Arturo de las manos, cuando cogió una barra de lomo de 10000 de las antiguas pesetas el kilo y se la zampó de una sentada, de cuando se ponía en el sillón con la cabeza apoyada en el reposabrazos y observaba a la gente pasar por la calle, cuando se metía en la habitación de mis padres a dormir y siempre cogía o los pantalones, o la camisa o una zapatilla de mi padre para dormir enroscado en ella, cuando se ponía a jugar en La Cabrera como un loco corriendo y claro, no había dios que le cogiera y tantas y tantas historias. Canuto siempre estará en nuestro recuerdo como uno mas de la familia.
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