Caza, pesca, naturaleza y vida

16 febrero 2007

Se acerca el mes de Marzo

El mes de Marzo en mi casa siempre supuso un momento clave, el tercer domingo de Marzo se abre la veda de pesca en Madrid y como es costumbre mi padre y yo salimos a pescar, donde sea, da igual, pero hay que salir. Cada vez esto me ha resultado mas complicado por mi compromiso con el baloncesto, que me tiene los fines de semana un tanto liado y que no me permite desarrollar todas mis otras aficiones como quisiera, pero bueno, algo hay que sacrificar. La pesca, al igual que la caza la llevo en las venas, sinceramente creo que debe ser algo genético, porque es auténtica pasión y deboción lo que siento por estas aficiones. Muy probablemente todo viene de al auntentica idolatria que siento po mi padre en estos aspectos, gran cazador, gran pescador y con la gran suerte durante toda la vida de poder haber pescado y cazado tonto como ha querido. Mi padre en sus buenos tiempos, cuando tenia entre 20 y 30 años solía cazar 4 o 5 días en semana y pescar como mínimo 2. Eso esta claro que hoy en día es imposible, el seguiría haciendolo pero no solo, no tiene ni ganas, ni dinero ni se atreve a salir solo ya al campo. Tal vez por esa razón sigo saliendo con él a pescar y a cazar, porque se que ha sido una de las cosas mas importante de su vida y que cuando ya no pueda hacerlo, lo pasará realmente mal. Pero no pensemos en eso, tan solo en el futuro mas próximo, en ese posible comienzo de la temporada, en el que como siempre no pescaremos nada, pasaremos mucho frio y posiblemente nos llueva, pero nosotros no faltaremos a nuestra cita. A parte de esta gran razón que mueve a cazar y a pescar, el pasar tiempo con mi padre haciendo algo que verdaderamente le entusiasma sobre todo en el caso de la pesca hay otra motivación mas. Si alguien no encuentra la forma de estar a solas con su espíritu, de poder analizar sus mas profundos pensamientos, en definitiva, de encontrarse consigo mismo, os puedo asegurar que el estar en la naturaleza, solo, en compañia de tu caña, en mitad de un rio, con el agua fluyendo entre tus piernas, escuchando tan solo el incesante sonido del agua y de los pájaros hace que tu mente se libere, que entre en auténtica armonía con tu espíritu y que la sensacion resultante sea encontrar la paz. Casi siempre que esta situación viene a mi cabeza recuerdo la misma imagen, el rio, las montañas a lo lejos siempre con restos de nieve en los neveros mas altos, un cielo despejado y yo solo, conmigo mismo intentando capturar la trucha de mi vida. Asi es como me imagino una y otra vez que serán todos los días que salgo a pescar. De un tiempo a esta parte cuando salimos al campo mi mente deja una especie de ventana abierta que me hace estar mas pendiente de mi padre de lo que estaba antes, cuando eramos mas pequeños, saliamos a pescar y cada uno podía tirarse 4 o 5 horas sin ver a los demás y luego nos juntabamos para comer y para recoger y marcharnos, pero ahora, como mucho cada 2 horas, siempre retrocedo sobre mis pasos y me aseguro que todo esta bien, que mi padre sigue pescando, y que no necesita nada, y una vez que lo compruebo vuelve a cerrarse esa ventana y vuelvo a lo mio. Muchas de estas veces que voy a ver si mi padre está bien me encuentro con la sorpresa de que la suerte le ha sonreido y ya ha pescado algo, y la mayoría de las veces una buena trucha. Otras veces, las menos, aunque ultimamente va equilibrándose la balanza e incluso puede que me favorezca a mi alguna vez, soy yo quien mas pesca, quien coge las truchas mas grandes y eso sinceramente creo que le llena mas de satisfacción a mi padre que a mi. Tal vez el hecho que de mi hermano Alfonso sea un gran pescador y mucho mejor cazador que yo y que en un momento dado dejara de lado estas dos actividades que nos acercaban de gran manera a mi padre en cierto modo defraudo a mi padre, o mas que defraudar le desilusionó. No creo que pueda recordar mejores días que aquellos en los que mi padre, mi hermano y yo salíamos a pescar a nuestro coto de pesca en el rio Tajuña, con la Sociedad de Pescadores El Doncel y donde todo el día era una auténtica competición a ver quien pescaba mas. Por aquellos entonces mi padre siempre nos "mojaba la oreja", yo era el último siempre, pero poco a poco cambió, y sinceramente ahora creo que algunas veces el aprendiz que una vez fuí ha superado al maestro (también es verdad que mis condiones físicas son mucho mejores y eso invalida en gran medida esa superación) pero eso si que hace la mayoría de las veces que mi padre se sienta orgulloso de como pesco. Ahora ya, con la edad que tengo, muchas veces me pregunto si alguna vez viviré yo esa situación, de ir a pescar o a cazar con mis hijos, y ver como aprenden, como mejoran, como lo dejan, como vuelven y como me superan, tiene que ser una bonita sensación.