Una montería mas.
Sin duda que esta entrada supone un momento bastante interesante dentro de la dinámica que por desgracia vivimos en nuestro día a día. Sin tiempo para nada, con jornadas laborables interminables para poder juntar a final de mes un sueldo digno (nada mas que digno) y que condiciona nuestra forma de vida. Tengo que confirmar la fecha porque no he logrado recordarla (cosa que me extraña) pero es mas que posible que ayer, día 15-12-2024 hayamos roto una racha de casi 15 años sin salir a montear.
Cuando ayer estaba pensado en las fechas no era capaz de asimilar que no había ido de caza desde aquella espera junto a mi padre y Luis Castro allá por 2009. Digo que tengo que confirmar la fecha puesto que no se si fue 2009 o 2010. Incluso puede que haya pasado menos tiempo pero aún así, es una barbaridad a la velocidad que pasa el tiempo y como sin darnos cuenta nos adaptamos a lo que nos venga sin hacer locuras para evitar que ciertas cosas pasen. Explico que quiero decir con esta frase. Tal vez podría haber vuelto a cazar mucho antes, pero las circunstancias no han sido propicias para ello. Desde esas fechas, muchas cosas han ocurrido, desde el nacimiento de Clara, la muerte de mi padre, el cierre de la fábrica... todo ha influido. El hecho de dedicarme en cuerpo y alma al baloncesto cuando las cosas se pusieron mal laboralmente para poder atender las necesidades de Clara con la atención temprana me ayudó a aceptar que no era el momento de practicar aquello que sin duda es una de las partes mas importantes de mi vida pero sin hace de ello un drama, acepté de una forma madura e incluso deportiva.
Ayer, después de varios amagos, llamadas de varias personas que me han incitado a volver al campo, todo cuadraba para volver. Montería en domingo (yo sin partidos), barata (100€), atractiva (Gamo y Javalí), cerquita (que también cuenta) y con un amigo.
La montería fue una de tantas, de las muchas que hemos tenido y que tantas y tantas veces había disfrutado con mi padre. Esta vez era la primera desde su muerte y fue constante la ida y venida de recuerdos de esas numerosas jornadas de campo que pasamos juntos. La verdad es que se pareció en casi todo a las monterías que solíamos ir, mucho tiro, poco acierto, esta vez si que vimos los perros (en algunas ni eso) y una buena comida en el campo comentando la jornada. Lo cierto es que analizando mas el día de caza en si mismo después de 2 horas aproximadamente el aire cambió y empezamos a echarlo hacia la mancha, y aunque teníamos un puesto de balcón, el aire es la caza (como decía aquel guarda bonachón de Cantalojas con quien no conseguimos cazar el corzo de Arturo.
Fue un día mas pero sin duda fue algo especial por lo que suponía y significaba. Me imagino que no será el último, o eso espero. Volveremos.
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