Este post lo inicié en 2011.
Llevo mucho tiempo pensando en hacer un post dedicado a todos aquellos personajes que de una u otra forma han influenciado nuestra vida cuando éramos mas jóvenes. No me refiero a personajes públicos, ni famosos ni nada de eso, me refiero a una serie de personajes cuya lista probablemente nunca termine de cerrar aunque si podríamos decir aquello de "son todos los que están aunque no estén todos los que son".
Comencemos por Manolo "el Gallego". Sin duda alguna un personaje curioso de nuestra amada Cabrera. Pescador, gran manpostero y sobre todo gran bebedor. Grandes han sido sus idas y venidas desde su casa situada en Los Picos hasta el pueblo. Posiblemente las venidas han sido mucho mas largas que las idas, ya que cuando regresaba volvía un poco perjudicado, pero no por ello tuvo nunca el descuido de dedicarnos un saludo a mi y a mis hermanos siempre que nos veía jugar al basket en mi casa o pararse de vez en cuando a contarnos alguna peripecia relacionado con eso que él transformó primero en un recurso para sacar a toda su familia adelante cuando vivía en Galicia y cuando la pesca en rio era pesca para mas tarde transformarlo en un arte y digo arte aunque debería escribir ARTE ya que según cuenta mi padre, verle pescar era para los pescadores lo que para un melómano escuchar a Mozart o a un cinéfilo ver a Kubrick. Lástima que por tanto castigo del hígado nos dejó hace ya algún tiempo aunque no hay día que sostenga mi caña tanto en rio como en mar que no me acuerde de este hombre que rozaba la perfección pescando con saltamontes y poniendo a bailar la muñeira a las truchas como él decía.
Otro personaje curioso y que por casualidad se llama igual que el anterior es el famoso "Señor Manolo" que vivía en la casa de al lado de mi amigo Paco en La Cabrera. Amargado, maleducado, irreverente, insoportable... podría seguir, pero tal vez la óptica desde la que le recuerdo no sería demasiado objetiva ya que nosotros éramos solo niños que solíamos jugar, jugar y jugar y tan solo cometíamos el error de jugar muy cerca de su casa. Cierto es que alguna putada si que le hicimos, como el día aquel en el que empezamos a tirar piedrecitas al poste de la luz que tiene aún en su acera y poco a poco las piedrecitas fueron cayendo y acumulándose en su jardín hasta formar un montoncito bastante considerable (cosas de niños), él sin embargo no se lo tomaba demasiado bien y en alguna ocasión (en muchas diría yo) nos echaba de su puerta para que no jugáramos al futbol, pero es que justo enfrente de su casa dos árboles formaban una portería casi perfecta a nuestros ojos. Cierto es que alguna vez él, sin querer causar daño alguno, aparcaba su coche de tal forma que no podíamos jugar, incluso creo recordar que tuvimos algún percance tipo: "mi bici se ha metido debajo del coche del señor manolo y no se como lo ha hecho", pero bueno, siempre quedará en nuestras mentes como un vecino gruñón al que creo que vencimos como buenos niños constantes que éramos.
En otro plano aunque similar a los anteriores podríamos tener a Rufino y Carmen, Maruja y Angelines. Vecinos todos ellos de las casas colindantes a nuestra casa de La Cabrera. No incluyo a Juanito Roncero y a Pepe Galán ya que no los conocí ni yo ni mis hermanos ya que por desgracia nos abandonaron antes de que naciésemos o tuviéramos uso de razón. Sin duda todos ellos entrañables, sobre todo Rufino y los vaciles que nos hacía a Arturo y a mi sobre las pelis que ponían por la mañana en la tele, pelis de indios o dibujos animados. Como recordamos todos aquellos que nacimos en los 70 durante gran parte de nuestra infancia no había tele por la mañana y de ahí que nuestro querido vecino nos dijera que si no habíamos visto tal o cual película, que si no nos habíamos levantado a verla porque él si que la había visto y nosotros, almas cándidas, nos lo creíamos e incluso algún día nos levantamos para comprobar si era verdad y no encontrábamos nada, y el nos decía que no sabíamos buscarlos los canales. Hay otras dos cosas que mantengo en mi memoria que siempre que recuerdo me arrancan una sonrisa y son que se tomaba el Whisky Chivas con casera, le regalamos una botella por dejarnos el local de una casa que tenía para hacer una fiesta de nochevieja hace muchos años y que cuando se le murió la segunda perra que yo le conocí, la primera se llamaba Maguila, y la segunda se llamaba Trufa le conseguí otro perro, al que llamó Canela, y que era hermano de Doohan, el perro de Isidro y que le acompañó hasta sus últimos días. Sentí mucho no enterarme de cuando murió, ya que sentía un especial cariño por él y por su mujer, que falleció de cáncer años antes que él. Maruja ha sido también un personaje muy cercano, querido (no por mi padre) y muy constante en nuestras vidas, sobre todo en la de mi madre. He pasado muchas tardes en su casa, en compañía de sus dos hijos, Juancho y Menchu. Siempre recordaré que en verano cuando llegaban los 2 o 3 días de tormentas fuertes que siempre había, maruja se venía a nuestra casa porque le daban un miedo horrible. Yo he de confesar que también le he tenido mucho miedo a las tormentas, ahora ya por suerte o por desgracia el tiempo te hace no tenerle miedo a esas cosas. Siempre me tocaba pringar a mi ya que la mayoría de los días que esto pasaba mi hermano Alfonso estaba por ahí perdido con sus amigos y mi padre siempre jugando la partida en el pueblo (sobre todo el Bar Nogales). Un día incluso nos llegó a entrar agua en casa, que sensación de impotencia ante la crecida del agua y no poder hacer nada por evitarlo. En fin, no solo me quedo con esos recuerdos, me quedo con las noches en el columpio del porche de casa de maruja jugando a que era un avión y juancho haciendo el ganso retrasmitiendo como si fuese el comandante del vuelo, recuerdo el pasar horas sentado en la enorme piedra que hay justo delante de la vaya que separa su casa de la nuestra, el subir a escondidas al piso de arriba que era un sitio oscuro y siempre cerrado que ahora es una parte mas de la vivienda gracias a una reforma completa de la casa... y podría seguir dando datos como por ejemplo que me acuerdo como si fuese ayer de los avellanos que tenía justo en la vaya que separa su casa de la de Rafita y que por desgracia quitó hace algunos años. También fueron memorables las bajadas a la "fuente del Hielo" a por agua, fuente que en la actualidad no tiene ni agua por desgracia. Angelines, matriarca de los Galán, siempre fue una persona afable, educada e incluso podríamos decir que cariñosa con nosotros, ya que por aquellos años muchas veces eran las que tanto Alfonso como yo mismo nos pasábamos horas jugando con Rafa y Paloma en su casa y claro, eso quieras o no pues te acerca. Mi padre siempre sintió un gran respeto y afecto por su marido, Pepe Galán, que murió prematuramente y recuerdo que un día Pepito Galán le regaló una lámina de un torero toreando un todo (gran aficionado a la tauromaquia) y que lo recibió con gran cariño y de hecho lo tenemos colgado en la escalera que sube al piso de arriba en el chalet de La Cabrera. También hace años que nos abandono aunque era bastante mayor y creo que tuvo una vida bastante plena.
Otro gran personaje es sin duda el Señor Luciano. Personaje entrañable, muy mayor, cuando venía a casa y por unas pesetas arreglaba el jardín tirando de azada. Siempre recordaré su voz, su boina y sus pantalones de trabajar, con un gran dobladillo para que no le molestasen cuando usaba su azada. Recuerdo que casi siempre mi madre le preparaba un café con galletas que él aceptaba gustosamente.
Del mismo calibre de persona recuerdo a Elías "el churrero" y a Felisa "la Churrera" sin los que seguramente hubiese comido muchos menos churros cuando era pequeño. Elías era el churrero y el frutero del pueblo. Churrero espectacular, que se ubicaba junto a la antigua nacional de burgos y que los coches paraban para llevarse por docenas tanto los exquisitos churros como las magníficas porras que hacía. Muchas tardes bajaba a su frutería a comprar, charlaba con él y siempre tenía una palabra amable para mi familia. Una complicación en una operación se lo llevó hace bastantes años y dejó como heredero de la churrería a su hijo Elías y a su hija Belén, que a su estilo siguen haciendo unos magníficos churros. Y que decir de Felisa, que recorría con su cesta apoyada en la cadera la zona de los chalets de La Cabrera vendiendo los churros cuando la perece nos impedía bajar a por ellos temprano como dios mandaba de la mano de nuestro siempre recordado Tío Sebastián.
Hay otros muchos personajes pero que tal vez no han fijado en mi mente ningún recuerdo digno de ser recordado.