Caza, pesca, naturaleza y vida

24 noviembre 2023

Y se nos fue el Doctor.

No por esperado es menos duro. Llevábamos tiempo esperando la noticia de la muerte de nuestro querido Amador, pero su naturaleza, su fortaleza, sus ganas de vivir superaban una y otra vez la batalla con la muerte, pero sabíamos que al final, ganaría esta última. 

Son tantas cosas las que nos unen a la familia González que no se por donde empezar. Creo que el hecho de que sea nuestro pediatra ya es un buen punto de inicio. Fue nuestro pediatra hasta que teníamos casi 20 años, simplemente porque mi padre confiaba mas en Amador que en cualquier otro médico que hubiese conocido. Tal vez, eso de haber salvado la vida a mi hermano Alfonso por evitarle una envaginación intestinal manipulándole las tripas manualmente en su casa tenía mucho que ver. 

Compañero de batallas cinegéticas de mi padre que estaban presentes en la mayoría de sobremesas y reuniones en las que terminábamos hablando de caza. Tantas veces nos contó mi padre que cuando en los años 70 cazaban por aquellos pueblos perdidos de la España profunda, sobre todo de Castilla la Mancha, la gente que se enteraba que Don Amador iba a ir al pueblo, se acercaban las familias con sus hijos para que el señor Doctor viera a sus hijos y que por esa razón, muchas veces estaban a punto de llegar tarde a la montería o la cacería en cuestión. Mi padre siempre decía lo mismo, Amador no se movía de allí hasta que no veía hasta el último niño y mi padre, se quedaba con él ya que siempre le llevaba de un lado para otro con el coche para que su minusvalía que el polio le produjo no fuese una traba para seguir cazando.

También recuerdo el día aquel en el que en un ojeo de perdices alguien plomeó a Amador de frente y el pobre cayó al suelo y como no podía ser de otra forma el primero en llegar a atenderle fue mi padre. Se encontró a su amigo en el suelo, escupiendo sangre y repitiendo una y otra vez: "Alfonso, me han matado, me han perforado un pulmón". Por suerte, la sangre que escupía procedía de un perdigón que se le alojó en el fondo de la garganta y al ser una zona tan vascularizada sangraba mucho y el susto fue importante.

Muchos días de campo hemos pasado juntos, pero tal vez, los últimos, fueron los mas entrañables. Las monterías en Los Yébenes, las noches en Fuente El Fresno, las migas y las judías en el patio propiedad de Amador y las veces que íbamos al maíz de su amigo en Azuqueca de Henares donde yo tiré mi primer guarro y Kike, mató su primer guarro.

Ayer lo hablaba con mi hermano Alfonso, Amador era una figura fundamental en nuestras vidas, un referente, un amigo, como un segundo padre para nosotros. Mi padre le procesaba un profundo respeto, admiración y le quería con locura. Esas llamadas a las 12:01 después de las campanadas de fin de año son  recordadas con mucho cariño por sus hijos ya que muchas veces las hemos recordado como un punto fundamental del comienzo del año nuevo. El pasado año fue la última vez que los dos amigos se pudieron desear feliz año nuevo, al menos en este mundo, porque quiero pensar que ahora, desde donde estén seguro que aparte de celebrar alguna montería o cacería de perdices como solo ellos sabían hacerlo, seguro que nos velan y nos guían y se toman las uvas mirándonos. Ayer Paloma dijo una cosa que me pareció preciosa. Ahora que no están debemos juntarnos y celebrar la vida, esa vida maravillosa que los dos vivieron y que mejor homenaje que mirar a nuestro alrededor y ver esas dos maravillosas familias que crearon y que siempre estarán unidas por su amistad.