Al final, Luis se nos fue.
Estas son lineas que no me gustaría escribir pero el insomnio y las vueltas a la cabeza de la noticia recibida me indican que si me desahogo escribiendo como hacia antes tal vez el sueño me alcance. No eran la una de la mañana, estaba viendo con Bea dormida al lado la película de Ocean´s twelve. Al terminar la película suena el móvil de Bea, bueno mejor dicho vibra, y eso no podía ser una buena señal. Después de luchas durante 21 días, 11 de ellos ingresado, Luis no ha podido aguantar mas. Habíamos sufrido pero desde hace 3 días aproximadamente había tenido una leve mejoría, discreta mejoría como dijo el médico. No es que estuviéramos al 100% convencidos de que Luis saldría de esta, sus años, lo grave que estaba y la situación no era para ser muy optimistas, pero después de ir a verle, que fueron Ana y Juanita, y le pudieron ver, nos aferrábamos a la idea de que es muy fuerte y de ésta va a salir. Pues al final no pudo, al final se nos fue. He llorado como una magdalena porque he conocido mucha gente en este mundo pero Luis era una persona admirable. Hecho a si mismo, de familia relativamente pudiente para su época pero con una vida y unos valores muy humildes donde edificó toda su vida. Tiempo habrá para recordar muchas de las historias que nos contaba cuando en la sobremesa salían temas de conversación y sobre todo nos contaba cosas de su etapa en Galicia. No cuenta Ana que no ha sufrido nada y que ha sido un infarto, el siempre hacía referencia a que quería morir así, pero no creo que nadie en este mundo merezca morir sin estar arropado por sus seres queridos, esa es la gran lacra de esta pandemia, no nos permite acompañar en el desenlace a nuestros seres queridos. La pena es muy grande cuando alguien cercano se va, y desde la perspectiva actual, a mis 44 años y después de haber conocido vagamente a mi abuelo materno y convivido con mi abuela durante mas de 20 años creo que la pérdida de los padres es lo natural, ningún padre debería sobrevivir a sus hijos y no por natural deja de ser duro, muy duro. Pienso ahora mismo y se me caen las lagrimas tan solo al pensar en que mañana por la mañana le voy a tener que decir a mi hija Alma que su abuelo se ha ido y Clarita, no lo comprenderá hasta dentro de muchos años y cada vez que oye a su abuela por teléfono pregunta por el abuelo y me temo que cuando llegue ese momento no voy a saber que contestarle, no se como explicarle que su abuelo se ha ido y que solo le podrá ver en fotos o vídeos y que ya no podrá recibirle dándole un abrazo al entrar en casa como siempre hacía y que no volverá a decirle su abuelo lo poco guapa que era, porque siempre le decía, eres un poco guapa y se la comía a besos. Se que el recuerdo que le quedará a las dos dos será mucho mejor y mayor que el que yo he podido tener de mis abuelos, ya que a mi abuelo paterno no le conocí y a mi abuelo materno casi no le recuerdo. Estos días serás muy malos pero cuando alguien como Luis aparece en la vida de cualquier persona solo puedes estar agradecido de conocerle. Son tantas y tantas cosas las que he aprendido de él, tantos motivos para estarle agradecido, tanta ayuda que nos ha prestado en momentos difíciles que solo puedo tener recuerdos buenos de él. Me quedo con ese niño asustado que se fue al internado y que se guardaba el primer día la remolacha en los bolsillos a la hora de cenar porque no le gustaba y al tercer día estaba repitiendo porque se había dado cuenta de que o se adaptaba o no podría salir adelante. Pasión cuando te contaba historias de su padre o de su madre allí en Hermide, desde cuando ayudaban a cualquiera que tenía un problema, como cuidaba el ganado desde que era mas pequeño de lo que es Alma ahora mismo y las oportunidades que la vida le brindó y que supo sin duda aprovechar para hacerse el hombre que yo conocí hace ya 24 años. Recuerdo el día que le conocí perfectamente, en Becerril, sentado en la terraza donde tantas y tantas siestas se ha echado después de comer y como nos recibió a Nacho, Marisol, Sonía y a mi que veníamos con Bea de hacer un trabajo de campo en el valle de Bustarviejo. Becerril, allí donde Luis creo que era mas feliz, con su huerta, con su césped, con sus paseos matutinos con Bauer y con sus paellas para cuando nos juntábamos todos algún fin de semana que otro. Creo que han sido dos veces las que he dicho ya que era admirable, una voluntad de hierro, montando en bici hasta los 80 años y dejarlo por miedo después de una caída que casi hace que se fuese para el otro barrio prematuramente. Siempre saliendo a andar, lloviese, hiciese frío o calor, se jubila y decide de un día para otro no volver a fumar y dicho y hecho. Una hormiguita como dice siempre Bea, una persona que llega de Galicia a Madrid y se forja un futuro a base de trabajar y trabajar. Sus aventuras yendo al pueblo de Juanita, Mudrian, en Vespa... Deja un vacía muy grande, no solo para Juanita, que por mucho que quiera imaginarme no puedo hacerme a la idea de lo que es perder a la persona con la que has construido una vida, una familia y de la que con mucho esfuerzo disfrutas casi hasta el último día, tal vez sea ese el único pero que le pueda poner a este final, esos 10 días sin Juanita al pie del cañón como sabemos que habría estado, pero esta situación es excepcional. Levamos muchos días recibiendo mucho ánimo y apoyo de mucha gente, familiares, amigos, gente del baloncesto que hacen pensar en cuanta gente buena hay por el este mundo que a veces parece tan inhumano. Yo quiero pensar que Luis se ha ido convencido de que deja a Juanita en buenas manos, las de sus hijos, que no la van a dejar ni a sol ni a sombra, con todas las cosas atadas como tanto insistió que hiciesen tantas personas mayores de su tierra natal a las que llevó incluso acompaño al notario para que hiciesen testamento porque ciertamente en los últimos dos o tres años vivía un poco obsesionado con la muerte, incluso nos decía que teníamos que hacer cuando él no estuviera, esa vena gallega siempre estuvo un poco presente en él. Ya no podremos tomarnos con el la botella de licor de café a la que hacían referencia mis hermanos cuando saliese del hospital y lo celebrásemos, pero sin duda podremos brindar por él, por su legado y por todos los buenos momentos que nos deja con un chorrito de orujo para lavar la taza del café como decía él todas las sobremesas. El Orujo le salvó la vida una vez, siempre decía. Luis que fue al seminario y a punto de estuvo de ser cura, iba a la iglesia a acompañar a Juanita todos los domingos a echar sus cuentas como decía él. No prestaba mucha atención ni al cura ni a la gente, pero no creo que Dios se lo tenga en cuenta. Seguro que está allí arriba, vigilando, cuidando de nosotros y reencontrándose con todos sus seres queridos y eso es lo que nos debe hacer seguir adelante. Tenemos un reflejo de lo que una buena persona es, hay que mirarlo e intentar parecerse, cada uno a nuestra manera, pero el camino está ahí. Yo por mi parte, me comprometo a cuidar lo que me corresponde hasta el día que me vaya , tu hija y tus nietas. Buen viaje y volveremos a vernos, aunque espero que dentro de mucho tiempo.