Mar de nubes

El mar de nubes, que es una forma coloquial de llamar a un fenómeno metereológico condicionado por el relieve, no es mas que un fenómeno que se produce al encontrarnos físicamente por encima del nivel de las nubes, sean nubes o sea niebla, dicha perspectiva hace que realmente el paisaje de montaña se trasnforme en un mar, un mar de nubes uniforme y en movimiento. Tal vez esto sea algo que en ciertas zonas de la geografía mundial resulte cotidiano, para mi desde luego no lo es, ya que considerandome un persona cercana a la naturaleza, con muchas jornadas a mis espaldas en diferentes puntos de nuestra geografía tan solo he disfrutado 3 veces de este fenómeno que desde mi punto de vista es espectacular. La primera vez coincidio curiosamente con mi primera montería, de esto hace ya mas de 20 años y fue una mañana fria del mes de diciembre la que en el pantano de San Juan me permitió ver ese espectaculo tan maravilloso. Situarse en un punto elevado y desde alli poder observar como todo lo situado por debajo de tí esta tapizado por un mar de nubes, tan solo roto por innumerables cerros, picos, testeros u oteros que le dan un aspecto un tanto misterioso al paisaje. Quedó esa imagen grabada en mi cabeza que es lo que mejor recuerdo de aquel día y sin duda para un montero no debería ser precisamente el paisaje lo que marcó su primer día de caza, pero en mi caso así fue. La segunda vez que contemplé este fenómeno fue mucho mas espectacular ya que la localización era posiblemente de las zonas mas extremas en las que he estado. El Roque de los muchachos, en la isla de La Palma, a más de 2400m. de altura. Es famoso su mar de nubes. Alli la climatología puede determinar la espectacularidad del fenómeno, pero en el 99% de las ocasiones en las que se sube, se puede disfrutar del mismo. Desde el Roque se pueden ver 3 islas del archipielago, La Gomera, Tenerife y El Hierro. Su panorámica es envidiable, ya que se pueden comtemplar 3 elementos claves, las mencionadas islas, el mar de nubes y la Caldera de Taburiente desde su perspectiva mas geográfica, desde las alturas. A parte de este fenómeno del mar de nubes se puede contemplar alli mismo otro de igual belleza y posiblemente de mayor espectacularidad, allí, las nubes descienden desde las cimas como un manto que cubren las laderas de la Caldera desapareciendo cuando se van aproximando al fondo de la misma, es un efecto cascada que merece la pena por lo menos ver una vez en la vida. Por último y siendo este el motivo de esta entrada, hoy cuando me dirigía a La Cabrera por la carretera que va desde la M-607 hasta Guadalix de la Sierra, poco antes de llegar al prodigioso viaducto que conduce el Ave Madrid-Valladolid desde las entrañas del Cerro de San Pedro a la misma falda de la Cuerda Larga para nuevamente adentrarse en la dura roca y encaminar sus railes hacia los anchos campos de castilla; pues bien, en ese mismo punto donde llegas al alto desde el que se domina esa estampa, que por una parte nos maravilla por la obra ingenieril que es y por otra nos horroriza al romper la armonía paisajística que suponen las estribaciones surestes de la Cuerda Larga junto a un elemento también artificial pero ya asimilado por el paisaje como es el Embalse de Santillana, allí mismo, me esperaba esa grata sorpresa que ha arrancado una sonrisa al contemplarlar, un mar de nubes perfecto. Mi mirada contemplaba el Cerro de San Pedro con 1423 m. de altura a al este, al noroeste, donde yo sabía que se escondía el embalse había un manto de nubes perfectamente alineado y sujeto como por arte de magia a la falda de la Cuerda Larga con sus cimas como testigos: Morcuera con 1796 m. o La Najarra 2119 m. son dos de ellas. Cuando me he dispuesto a bajar el pequeño puerto que me permitía dominar el paisaje, me he visto envuelto en una espesa niebla, bruma, muchas veces tenebrosa, otras veces mágica y la mayóría de las veces hermona aunque peligrosa que me ha acompañado hasta mi llegada a La Cabrera donde en estos momentos, cuando termino de escribir mi entranda parece que quiere mostrar nuestra querida montaña.